lunes, 23 de octubre de 2017

LOBOS DE NUESTRO ESCUDO (PEDRO ZARRABEITIA)

LA NOVELA: En Aribe, pequeña población de no más de diez caseríos y menos de cincuenta vecinos, vivió el cazador de lobos más famoso de todo el Pirineo navarro. Medía casi dos metros de altura y tenía la fuerza de varios hombres. Aunque rudo y de pocas palabras, era bonachón y apacible. Ahora bien, cuando se metía en el bosque, se transformaba en un ser temible. Su nombre era Pedro, pero en el pueblo lo llamaban Pericón el Alimañero; en el pueblo y en toda la comarca, porque sus servicios eran requeridos y bien pagados a ambos lados del Pirineo.
Enamorado de Elisabete, la intrépida posadera de Esterenzubi, la pareja vivirá aventuras y andanzas que los llevaron desde el valle de Aezkoa hasta los valles de Karrantza y Aiara, además de sus incursiones a lo largo de toda la costa vasca. En su viaje conocerán marineros, corsarios y contrabandistas, entre los que hallarán grandes cómplices pero también peligrosos enemigos.
Ambientada en el siglo XVII, Lobos de nuestro escudo es un cuento atemporal, una novela inclasificable, impregnada de un realismo mágico y un lirismo que hacen de su lectura un placer.

 ¿De dónde surge la inspiración para escribir Lobos de nuestro escudo?
El protagonista de la historia es un personaje histórico. Se le menciona en las crónicas de la Casa de Juntas de Avellaneda del siglo XVII como el cazador de lobos más importante de la región, bajo el nombre de Pericón de Miñaur. Al parecer, es antepasado de la rama materna de mi familia. La casa solariega Miñaur se mantiene en pie en uno de los lugares más boscosos de Okondo, en las Encartaciones. A partir de este hecho histórico se me ocurrió novelar su vida.
¿Por qué el titular Lobos de nuestro escudo? ¿De dónde procede?
Mi madre solía cantar en casa una canción sobre las gestas de nuestros mayores, seguramente aprendida en la escuela, a principios del s. XX, que decía: “Lobos de nuestro escudo aullarán a sus hazañas”… Hay lobos en el escudo de Bilbao, en el de Aiara y en el de Bizkaia, eliminados oficialmente en este último el año 1986, en mi opinión sin mucha razón, por interpretarse como correspondientes al linaje castellano López de Haro, señores de Bizkaia.
La novela presenta, por decir de alguna forma, una Euskal Herria muy naif: Mitología, folklore, tradiciones, junto con personajes míticos: contrabandistas, corsarios… ¿Esa es tu Euskal Herria imaginaria?
Mi Euskal Herria imaginaria es muy parecida, salvo en el idioma, a muchos otros pueblos de Europa, con su mitología, su religión y sus supersticiones a cuestas. Y en ese momento concreto, mitad del siglo XVII, era así, más o menos como aparece en la novela. De idílico o imaginario no tenía absolutamente nada. Más bien todo lo contrario: guerras, persecuciones religiosas, la peste, la tiranía de los reyes, la ignorancia y la pobreza.
Los personajes se mueven por la geografía vasca, desde Lapurdi hasta Bizkaia, pasando por Nafarroa, con toda naturalidad. La Vasconia cultural y geográfica se presenta como una realidad incuestionable. ¿Ha sido consciente?
Totalmente. La verdadera historia de Euskal Herria está ahí y los hechos y los documentos la ratifican. En ese momento la Vasconia histórica estaba repartida en tres reinos distintos: Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa pertenecían a España; Zuberoa y Nafarroa Beherea a Francia y Lapurdi, a Inglaterra. Sin embargo, entre la alta y la baja Navarra no había más frontera que la del contrabando; ni diferencia alguna entre su idioma y sus costumbres.
¿Fueron importantes los corsarios en Euskal Herria?
La derrota de España en las guerras en que estaba metida en Europa hace que se vuelque en el dominio de los mares y en los tesoros de América. Y Euskal Herria participa activamente en esta aventura. Construye navíos sin parar, se lanza a por los filones de oro, plata y especias de las Indias, pesca ballenas en el Golfo de Bizkaia y bacalao en Terranova y alimenta de corsarios y piratas toda la costa. Solo en Bizkaia había más de 80 buques corsarios.
Pericón y Elisabete quedan deslumbrados por la riqueza y actividad de los puertos de Castro Urdiales y Bilbao.
¿Quién es Pedro el Alimañero?
Pericón es un personaje entrañable. Grande, fuerte, reservado y hosco, pero de buen corazón. Y, sobre todo, un hombre identificado con el bosque del que se considera parte integrante. Duda de su profesión de alimañero porque ama a los animales y si persigue a los lobos es porque han matado a su mejor amigo. Luego descubre ese mismo odio en algunas personas de su entorno.
Un personaje que evoluciona desde el odio a los lobos a respetarlos. ¿En quién te has inspirado?
En mí mismo. Si hubiese nacido en aquella época me habría parecido. Serán los genes…
Elisabete, la mujer protagonista, también es de armas tomar: independiente, con criterio, audaz… ¿Una decisión consciente?
Es la que necesita un hombre a la vez bruto y soñador como Pericón. Ambos personajes, Elisabete y Pericón, tienen algo de mis padres.
El lobo, Satán, es el tercer protagonista de la novela. ¿Por qué un lobo?
El lobo es el más fiero de los animales de nuestros bosques. No es de extrañar que los pendencieros señores de la Edad Media usaran su nombre haciéndose llamar Lope y que luego pasase a los blasones y escudos.
Pericón lo llama Satán porque no entiende que haya matado a su amigo y lo considera la representación del Mal. En aquellos tiempos, eso significaba el Demonio. Los instintos atávicos del cazador por un lado, su amor a la Naturaleza por otro y las supersticiones de la religión católica de aquel tiempo, entran en conflicto en el personaje.
Es un animal muy presente en los escudos de villas y familias. ¿Qué ha representado el lobo en nuestra historia?
El lobo ha causado estragos en Europa a lo largo de los siglos. Ha diezmado a los rebaños y atacado al hombre. En el imaginario popular es un animal terrible a batir, que ni siquiera San Francisco de Asís consigue domesticar. Y aunque hoy en día se haya convertido en especie protegida, siempre representará la vida salvaje, la defensa de su hábitat y el espíritu de la manada.



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