sábado, 21 de noviembre de 2015

NUESTRA JERUSALÉN PERDIDA (AINGERU EPALTZA)

LA OBRA: Con Nuestra Jerusalén perdida el autor navarro Aingeru Epaltza culmina su trilogía sobre el Reino de Navarra Erresuma eta fedea/El reino y la fe, de la que Casta de bastardos y Yo, que fui rey de Navarra, constituyen sus dos primeras entregas.
Nuestra Jerusalén perdida nos lleva a la Navarra del siglo XVI, con sus intrigas palaciegas, las luchas religiosas y las aventuras del protagonista de la trilogía, el caballero bastardo Joanes Mailu

EL AUTOR: Aingeru Epaltza (Iruñea-Pamplona, 1960) es, en palabras de la experta en Literatura en euskera Mari Jose Olaziregi, uno de los escritores más importantes del panorama literario vasco actual. Licenciado en Ciencias de la Información, tras trabajar en diversas publicaciones periódicas en la actualidad es traductor en el Gobierno de Navarra. Su trayectoria como escritor es muy extensa y prolífica, así como versátil, tanto en la literatura para adultos como en la literatura infantil y juvenil. Como muestra de esa versatilidad puede decirse tanto que se ha acercado al género negro brillantemente con sus novelas Ur uherrak (Aguas turbias) y Rock’n’Roll, traducida al castellano con el mismo título, como que ha escrito una de las más notables trilogías de novela histórica de los últimos tiempos, Erresuma eta fedea (El reino y la fe).

Artículo publicado el 19 de noviembre de 2015 en el diario NOTICIAS DE GIPUZKOA (http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2015/11/19/ocio-y-cultura/aingeru-epaltza-cierra-la-trilogia-el-reino-y-la-fe-con-nuestra-jerusalen-perdida). Redactora: Ana Oliveira Lizarriba.
El escritor pamplonés Aingeru Epaltza ha llegado a la cima de su ochomil particular con la publicación de Nuestra Jerusalén perdida, la traducción del último volumen (Gure Jerusalem galdua) de la trilogía histórica El reino y la fe (Erresuma eta fedea), en la que ha empleado doce años. El resultado, tres libros que son seis gracias a las traducciones al castellano de Ángel Erro y que han inmortalizado las aventuras de un personaje muy peculiar, el caballero bastardo Joanes Mailu.
Con un lenguaje impregnado de ironía, malicia y amor, Epaltza vuelve a mezclar historia y ficción en esta entrega en la que sigue la línea de mostrarnos “lo que no fue, pero pudo ser” del Reino de Navarra, tal y como explicó Idoia Arozena, editora de Ttarttalo. En su opinión, se trata de una saga “magnífica”. “Hay pocas publicaciones sobre este tema con el universo político, geográfico, histórico y hasta poético” de estos libros, que “consiguen sumergirte en el siglo XVI gracias a la abundante documentación que manejan” y a que el autor “no da puntada sin hilo”. “Se acerca de manera fidedigna a lo que pudo suceder y plasma guerras de poder muy parecidas a las que estamos viviendo hoy en día”, añadió Arozena, que si bien admite que ha pasado bastante tiempo entre un tomo y otro, “y toda adicción necesita su dosis”, estas obras “no se escriben en una sentada” y a Epaltza le han supuesto “robar muchas horas” a la familia y a otros quehaceres. La editora alabó, asimismo, la tarea de Ángel Erro por haber logrado que las traducciones respiren “su propia melodía”.
UNA “HAZAÑA” Epaltza agradeció el trabajo de Erro y le pidió “perdón por haber ejercido mi derecho de autor para darle mis opiniones”. También valoró el apoyo de Ttarttalo, “por confiar en esta propuesta en un momento difícil para el mercado editorial”. Empezó la trilogía hace doce años. El primer título en euskera se publicó en 2006, el segundo en 2009 y el tercero en 2013, y, en medio, salían las traducciones. Así que ahora, con la última ya en las librerías, “siento que suelto lastre”. “Cuando llevas tiempo en un proyecto, quieres cambiar, se te agolpan ideas en la cabeza te apetece darles salida, pero yo soy muy disciplinado y quería acabar esto primero y acabarlo bien”, explicó.
Después de pasar por Baja Navarra, Bearne y París, en Nuestra Jerusalén perdida, Joanes Mailu llega a Pamplona. “Para él es un lugar mítico, casi como La Meca o Jerusalén, de ahí el título”. Sin embargo, ya no es el ardoroso niño del primer relato, ni el joven idealista del segundo. “Ya es un hombre maduro, cada vez más escéptico y descreído”, que vivirá intrigas, amores fugaces, traiciones... Y, como sorpresa, Axular. Todo, en medio de una épica diferente, una “épica sucia”.